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El índice de desarrollo humano (IDH) asigna valores numéricos a diferentes países como medida del éxito humano. Estos valores se obtienen midiendo los niveles de educación, la calidad de vida y la esperanza de vida. Se dice que los países con puntajes más altos en el índice de desarrollo están mejor que aquellos con puntajes más bajos.

El sistema está diseñado para ayudar a determinar estrategias para mejorar las condiciones de vida de las personas en todo el mundo. Se puede utilizar para evaluar por qué los países con producto interno bruto (PIB) tienen diferentes valores de IDH y, por lo tanto, pueden influir en la política fiscal y pública de una nación. Sin embargo, algunos críticos argumentan que estas medidas son defectuosas y no crean una imagen precisa de prosperidad.

Los críticos argumentan que el IDH asigna ponderaciones a ciertos factores que equivalen a una compensación, cuando esas mediciones no siempre son tan valiosas.

Cómo se evalúa el índice de desarrollo humano (IDH)

El IDH se implementó en 1990 y los valores que estima se establecen de la siguiente manera:

  • El factor salud se evalúa por la esperanza de vida al nacer.
  • El factor calidad de vida se estima por el INB (ingreso nacional bruto) per cápita.
  • El factor educación se evalúa mediante la tasa de alfabetización y el Índice de matrícula bruta (GRI).

El GEI forma parte de la población matriculada en primaria, secundaria y terciaria.

Revisión del Índice de Desarrollo Humano (IDH)

Los críticos argumentan que el IDH asigna ponderaciones a ciertos factores que equivalen a una compensación, cuando esas mediciones no siempre son tan valiosas. Por ejemplo, los países podrían lograr el mismo IDH mediante diferentes combinaciones de esperanza de vida e INB per cápita. Esto implicaría que la esperanza de vida de una persona tiene valor económico.

El INB agregaría un año adicional de vida, por lo que sería diferente en países con diferente PNB per cápita.

También se correlaciona con factores que son más comunes en las economías desarrolladas. Por ejemplo, un mayor nivel de educación normalmente conduciría a un mayor PNB per cápita. Los críticos argumentan el beneficio o la falta de incluir dos valores altamente interrelacionados cuando uno de ellos sería un mejor indicador del bienestar de un país.

El IDH no deja de tener en cuenta factores como la desigualdad, la pobreza y la desigualdad de género.Un país con un valor alto de INB per cápita daría a un país desarrollado, pero ¿y si ese INB se logra marginando a ciertos géneros o clases étnicas? ¿Y si ese PNB se logra cuando un pequeño porcentaje de la población es rica y, por lo tanto, ignora a los pobres?

Además, los valores de los factores que componen el IDH están limitados entre 0 y 1. Esto significa que algunos países con PNB ya elevados, por ejemplo, tienen poco espacio, en términos de puntajes INB, incluso si su PNB crece y mejora. Este mismo parámetro afecta la lógica del puntaje de esperanza de vida.

La línea de base

Si bien el IDH está diseñado para considerar factores distintos a la riqueza, lo que permite un examen multifacético de la prosperidad global y las naciones con mercados emergentes, las debilidades de esta medición desafían a algunos críticos a utilizar su practicidad para establecer la política exterior. Esta medida tampoco tiene en cuenta otros factores que influyen en la prosperidad.